Óscar Sánchez L.

La Piedra
Símbolo recurrente en las doctrinas masónicas, tiene un origen universal, antiguo, religioso e iniciático. La piedra bruta simboliza el aprendiz que debe trabajar para pulir su rudeza original, propia de la vida profana y de la imperfección de la naturaleza humana. Es el símbolo de la edad primitiva y del ser humano -hombre/mujer- sin instrucción en estado natural, pero que tiene todos los potenciales para evolucionar.
El Aprendiz al ser iniciado, es -como la Piedra Bruta- arrancado de las entrañas de la tierra y colocado en la pura desnudez de su individualidad junto a sus iguales, a fin de lograr un objetivo común: la construcción del Templo.
El mallete y el cincel son entregados al aprendiz para que comience el proceso de desbastamiento de la piedra bruta (sí mismo), piedra irregular y áspera que debe convertirse en piedra cúbica mediante el pulimiento de sus imperfecciones (Ignorancia, prejuicios, vicios, mezquindad...).
Una piedra bruta está lista para ser trabajada, y, según el talento del pedrero, puede convertirse en una obra de arte o en la piedra cúbica que será parte de la estructura del edificio social.
"Observa, quita, raspa, añade, pule, escucha, huele y depura hasta que hagas aparecer un bello rostro en la piedra. Debes retirar lo superfluo, enderezar lo tortuoso y canalizar lo sombrío. Abrillántala y no ceses de esculpir tu propia estatua hasta que aparezca en ti el divino resplandor de la virtud. Reconociendo tus imperfecciones, continúa mientras encuentras la sabiduría en pie sobre la energía de tu pedestal”.
